Solo os quiero decir, no durmáis más…

“La verdad que nadie quiere escuchar y que a muchos les da miedo hablar”

Ya leía alguna vez lo que decía Don Martín Descalzo, Pbro., en su escrito: “Testigos de la última Cena”: “El hombre, los mejores momentos de la vida, la pasa durmiendo…”, Cuanta verdad nos comunica Don Martín, una verdad que tú y yo vivimos a diario y que el mundo teme escuchar.

Adán y Eva también durmieron, y dejándose llevar de la curiosidad, faltaron a la obediencia, motivo por el cual el pecado entró en el mundo.

Luego, la misma historia de la humanidad nos enseña, que muchos profetas anunciaron la buena nueva que nos habría de llegar, y la importancia de cambiar, de arrepentirnos de nuestro mal, pero todos, lo único que hicieron fue dormir; dormir a la verdad para permanecer sumergidos en un mundo de mentiras, el cual tú y yo aún contemplamos.

Llega el Hijo del Hombre y ni viendo creyeron, ni escuchando oyeron, solo durmieron, ¿Encontramos diferencias en nuestra actual situación?

El culmen de la verdad se nos fue revelado, y con certeza sabemos que el amor es el que puede hacer el cambio, que es ese amor en todo su verdadero significado, el único que puede conducirnos a la salvación, pero ¿Qué hemos hecho? Sí, dormir, y durmiendo hemos matado la vida; durmiendo hemos rebajado el verdadero significado y sentido del amor, a tal punto de convertirlo en meros y asquerosos afectos desordenados que lo único que hace es dañar nuestro corazón, nuestra mente, y la verdadera razón de nuestro existir; pero aún, sabiendo que nuestro orgullo, soberbia, falta de caridad y misericordia nos hace daño, ¿Qué hacemos? Seguir durmiendo.

Ni aunque resucite un muerto creerán”, dijo nuestro padre Abrahán al rico Epulón, del que nos habla el evangelio de Lucas 16, 19-31; pero resucitó Jesucristo, nuestra verdadera Pascua, y ni así creemos, seguimos durmiendo obstinados en nuestros egoísmos, nuestra soberbia, envidia, vanagloria, y estúpida sensualidad y apetencias mundanas, que nos convierte en enfermos y adictos a creernos más que los demás y pasar por encima de cualquiera para obtener ambiciosamente lo que queramos, sin importarnos el daño que no solo físico, sino de palabra y espiritual, realicemos a nuestro próximo.

Creo firmemente que el precio de dormir lo pagamos aquí, en vida, y es aquí mismo donde nuestro Dios y Señor quiere que despertemos. Que no nos pase lo de las vírgenes necias, de las cuales nos narra en el evangelio de Mateo 25, 1-13., ojalá, hermano mío que me lees o escuchas, que cuando llegue el esposo, no nos encuentre sin aceite.

Cuanto tiempo estúpidamente perdemos pensando en lo que no pasó y lo que podría pasar, en hacerle la guerra al hermano simplemente porque me cae mal, o porque en la vida, alguna vez se ha equivocado, “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” -dice el Señor en el evangelio de Juan 8, 1-7, y así desperdiciamos nuestro hilacho de vida presente, ¿Puedes acaso saber la hora de tu muerte? Gracias a Dios que nosotros no tenemos nunca la última palabra, y que Dios da la victoria a quienes contritos y humillados, se acercan arrepentidos a su regazo.

Despertad, dedícate a amar de verdad, entrégate totalmente al servicio de Dios en los demás, perdona y déjate perdonar, reconcíliate contigo mismo, con la naturaleza, con tu Dios, y deja de dormir; disfruta la vida que Dios te da, las personas que te aman de verdad, y deja de añorar lo que pudo o puede pasar; nuestro pasado, pasado está, no lo podéis cambiar, pero sí que se puede reivindicarse en el presente, Dios te da cada día una oportunidad más… tu futuro se construye en el ahora; ama y déjate amar.

¡Despierta! No duermas más. Son muchas más las bendiciones que has recibido y recibirás, solo si crees y luchas, lo podrás alcanzar, recuerda lo que nos dice el Señor: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá; porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. O ¿Quién habrá entre vosotros a quien su hijo pidiere pan…, por ventura le dará una piedra?; o también le pidiere un pescado, ¿Por ventura le dará una serpiente? Si, pues, vosotros, con ser malos, sabéis dar dádivas buenas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre Celestial dará bienes a los que se los pidieren?” Mateo 7, 7-11.

Hermanos todos sin excepción, no permitamos que nuestro orgullo y soberbia nos ame más, que el verdadero amor misericordioso e incondicional del Señor, paremos ya las persecuciones, las guerras, las envidias, los celos y ese egoísmo del que muchas veces podemos ser víctimas por ver las maravillas que el Señor quiere hacer en vidas renovadas, en vidas que Él mismo ha consagrado a su infinito amor y misericordia, parad la “cacería” y ayudad mejor a que el débil se vuelva fuerte, mostrad el verdadero Rostro de Dios, reconciliaos con Él, con los demás y con vosotros mismos, pues si no lo hacemos, al final de los días, comprenderemos que, como lo dice el mismo Don Martín: “el sueño nos había arrebatado el coraje en el día más importante de nuestra vida”.

¿Queréis saber el verdadero significado del amor? Contempla la cruz y las Sagradas Escrituras, pues… “Amor no es amor, si no causa dolor” (Hna. Glenda).

ΑKKΠ

O.T.G.D.

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