El Santo Patriarca Abraham es llamado en el Nuevo Testamento (Rom 4,12) y en la Liturgia (Canon romano) como nuestro padre en la fe. Pero este camino tiene muchas connotaciones que un católico debe conocer:
- Nos dice el libro del Génesis (Gén 11,27-32; 12,2) que el padre de Abraham tenía tres hijos. De estos muere uno y deja un huérfano. Para la mentalidad oriental, que el padre pierda a uno de sus hijos es una verdadera desgracia porque se consideraba que el hijo, de alguna manera, era el que prolongaba la vida del padre. Morir el hijo antes del padre era una verdadera desgracia.
- Y un hijo sin padre, como fue Lot, era otra desgracia, ya que tanto los huérfanos como las viudas eran considerados como las personas de la más digna conmiseración.
- Por otra parte, un padre sin descendencia se consideraba un muerto. Esta era una situación peor que las dos anteriores. Era considerada como una maldición de Dios. Y esta era la situación de Abraham.
- Y de la muerte, Dios saca la vida. Dios le promete, de noche, para que se vean mejor las estrellas, que de su descendencia sacará una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo. Por eso le dice que mire al cielo y que cuente las estrellas, si puedes.
- Pero antes, como Dios lo hace con sus escogidos, Él va a poner a prueba su fidelidad. Le dice que salga de su tierra, de su parentela. En ese momento, Abraham ya se encontraba fuera de su tierra. Él era de Ur de los Caldeos y en el momento de su vocación, él se encuentra en Jarán. Dios le llama a salir de su tierra, pero no cuando él lo decida, sino que la llamada y toda vocación es siempre una iniciativa de Dios.
- Dios le promete una tierra y una descendencia. La tierra que le promete ya está ocupada y él no tiene un ejército para conquistarla. Lo único que Abraham puede adquirir, a precio de cuatrocientos siclos de plata en esa tierra, es una cueva en el campo de Macpelá donde será enterrado él y su mujer. Esa es su tierra prometida por la cual dejó los grandes bienes que poseía.
- De la descendencia tan esperada, Dios le da Isaac como primogénito. Y le pide la suprema prueba de amor, fidelidad y confianza. El sacrificio de este hijo. En el texto se comprueba una y otra vez esa confianza en Dios que es capaz de resucitar los muertos y llamar a la vida a lo que estaba muerto.
- Cuando llega al lugar del sacrificio dice a sus criados: “Quedaos aquí con el asno; yo y el niño iremos hasta allí, y después de haber adorado, volveremos a vosotros”. Y cuando Isaac le pregunta por la res para el sacrificio él contesta que Dios proveerá la res para el sacrificio.
- Y de esa sentencia de muerte, Dios saca la vida. Y de esa tierra que Abraham compra para ser sepultado, Dios saca la vida. Dios es la Vida misma y Él es esa tierra prometida. Sólo necesita una cosa para obrar: tu confianza en Él.
Cuanta más noche permita Dios y más confianza tengas tú como Job y Abraham, más mayor resurrección y Vida Eterna para ti y muchos más. ¡Cuántos malos se convirtieron gracias a que Dios sacrificó a sus preferidos por ellos! Pero es un sacrificio lleno de Victoria Definitiva. Apréndete de memoria estas citas para ser irremediablemente feliz:
“Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros” (Rm 8,18).
“Sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman” (Rm 8,28).
“El alma perfecta se goza de lo que se apena la imperfecta” (San Juan de la Cruz).
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