MI REGALO DE NAVIDAD

Lumen Dei te desea una feliz y santa Navidad!!. ¿Sabes?, lo que más busca un bebé instintivamente es el calor del amor. Pero no sólo un amor interno, sino manifestado exteriormente de mil maneras. Por eso Dios ha puesto instintivamente en las mamás un cariño muy grande hacia sus hijitos cuando son bebés.

Ellos necesitan una ‘sobredosis de amor’ desde el primer momento. A pesar de no tener aún uso de razón se comen psicológicamente toda muestra de afecto; los besos, los abrazos, los pellizquitos, las sonrisas. Y cuando se sienten solos o faltos de amor… se echan a llorar.

Pues así también fue el Niño Jesús. Si los bebés son tan sensibles al amor, el Niño Jesús muchísimo más. Dentro de su pecho latía un Corazón que lo sentía todo. Pero con la diferencia de que Él es consciente de ese amor y siempre da más de lo que recibe.

Dios Padre nos dio un precioso ejemplo de lo que tenemos que hacer en cada Navidad con el Niño Jesús, representado en una tierna imagen en el pesebre.

Dios envió justo después de su nacimiento a los ángeles para que enviaran muchos pastores a visitar a Jesús para que le den de comer amor. La Santísima Virgen le amamantaba el alma con su amorosa contemplación. San José, con su sonrisa, le hacía temblar de alegría. Y después, los Magos, venidos desde tan lejos. Jesús era el gran protagonista, el centro de atención de todos.

¿Es para ti en la Navidad el Niño Jesús tu centro de atención? ¿En tu casa hay algo que te ayude a recordar su inefable descenso a la tierra? ¿Cómo te sentirías si el día de tu cumpleaños viene mucha gente a tu casa a festejar, a comer y beber… pero nadie te habla, ni te mira ni se acuerda de ti? ¿No se sentiría así el Niño Jesús en Belén viendo de lejos tantos hogares de nuestro siglo? “Aquí y ahora me quieren, pero allí y allí no”, diría.

¿Quieres saber cómo hacer para que el Niño Jesús mirando nuestro siglo esté más contento? El amor es activo, ingenioso y ha de notarse exteriormente. Empecemos por lo tradicional:

1. Si no lo has hecho ya, haz un Belén en el lugar principal de tu casa. Ayuda también en tu parroquia a que el Belén allí sea más alegre y llamativo.
2. El día 24 de diciembre, por la noche, canta alegremente al Niño Dios unos villancicos. Si lo oyen los vecinos y los de la calle mejor. Fuera el respeto humano.
3. Ayuda a que haya un ambiente de mucho amor en toda tu familia sirviendo a los demás en la cena de Noche Buena. Y acuérdate de bendecir pausadamente los alimentos.
4. Haz alguna obra de caridad a personas necesitadas materialmente y espiritualmente. Acuérdate de los conocidos que pueden estar solos en estos días. Llámales, visítales e invítales. Haz todo eso por Jesús. Que nadie tenga motivos para estar triste.
5. Lo principal: estar en gracia de Dios. Para eso la preparación del Adviento. Lo demás sería una burla si a la vez no le abrimos la puerta de nuestro corazón. Si preferimos que el pecado mortal habite en nuestra alma en vez de Él.
6. Dedicar más tiempo en estos días de fiesta a la oración, a escuchar la Santa Misa, a colaborar en la parroquia. ‘Hacer Iglesia’.
7. No te excedas en el consumismo ni hagas caso de otros signos sustitutivos que distraen del verdadero sentido de la Navidad y que no tienen nada que ver con el cristianismo.

Entonces estarás viviendo de verdad la Navidad. Contrarrestarás la paganización que pretende Satanás de estas entrañables fiestas. El Niño Jesús de hace 2016 años habrá tenido una sonrisa secreta reservada para ti, y se traducirá en un inmenso caudal de bendiciones y gracias: el ciento por uno en la tierra y después la eternidad.
No tengas ningún escrúpulo en comerte a besos y abrazos la imagen del Niño como si fuera el Niño Jesús de verdad. Él sabe que esos cariños van hacia Él. No tiene envidia de las imágenes, son más bien una ayuda para que nuestros deseos de adorarlo crezcan y terminen en Él. Es como decirle “si Tú estuvieras aquí mira lo que haría contigo”.

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